jueves, 8 de marzo de 2012

UN GRAN ERROR: CREER QUE LA VIDA CONYUGAL NO NECESITA SER APRENDIDA Y TRABAJADA

Es de gran inmadurez pensar que una vez que dos personas deciden compartir su vida todo irá viento en popa sólo porque existe la voluntad recíproca de que así sea. Es verdad que se necesitan, se compenetran y están enamorados; que hay un consenso sobre lo básico bien consolidado. No obstante, a medio plazo todo ello va a ser poco. La convivencia es un trabajo costoso que exige comprensión y generosidad constantes; un trabajo en el que no se puede bajar la guardia. En la pareja los lenguajes son físicos, sexuales, afectivos, intelectuales, económicos, sociales, culturales, espirituales. La integración de los diversos engranajes, su acoplamiento y el hecho de que las piezas rueden con cierta fluidez es una operación en la que hay que poner los mejores esfuerzos.

El empujón que activa toda la maquinaria psicológica de los sentimientos y que en los comienzos tiene una enorme fuerza y validez. Pero el amor es como un fuego; hay que avivarlo día a día, si no se apaga. Hay que nutrirlo de detalles pequeños, en apariencia poco relevantes, necesarios para la tarea de la vida diaria. Cuando éstos se descuidan, antes o después, la relación se va enfriando y acaba por llevarse las mejores intenciones.



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